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Confort térmico reduce emisiones y mejora eficiencia energética


El confort térmico eficiente no solo mejora el bienestar de los ocupantes: es un aliado clave en la reducción de emisiones y el cumplimiento de metas corporativas de sostenibilidad, en un contexto de creciente presión regulatoria y climática

A mediodía, en pleno verano capitalino, entrar a un edificio con clima controlado es más que un alivio: es una declaración de valor. Durante décadas, el confort térmico en edificios fue considerado un lujo añadido en oficinas y naves industriales. Hoy, sin embargo, se ha convertido en un estándar exigido por usuarios, inversionistas y empresas.

En un mercado cada vez más competitivo, la temperatura adecuada, la calidad del aire y el control ambiental no solo mejoran la productividad; también incrementan el atractivo y la rentabilidad de un inmueble.

Hacia entornos sin estrés térmico y más eficientes

Este cambio de paradigma en el mercado inmobiliario se explica por una combinación de factores. Por un lado, las organizaciones están priorizando entornos saludables que favorezcan el bienestar físico y mental de sus colaboradores, especialmente ante los crecientes riesgos derivados del cambio climático.

En este contexto, un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) advierte que el aumento del estrés térmico —sobrecarga que sufre el cuerpo cuando no puede equilibrar su temperatura ante el calor excesivo— en los espacios laborales podría causar la pérdida del 2.2 % de las horas de trabajo globales hacia 2030, con un impacto económico equivalente a 2.4 billones de dólares. Esta proyección resulta especialmente relevante en México, debido al aumento significativo de temperaturas extremas en los últimos años.

Por otro lado, la presión regulatoria y las metas corporativas de sostenibilidad han puesto en primer plano el desempeño energético de los espacios. De hecho, la Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la Energía (Conuee) proyecta que, sin acciones inmediatas, las emisiones generadas por edificios comerciales y residenciales en México podrían multiplicarse hasta 6.7 veces para 2050, alcanzando más de 75 millones de toneladas de CO₂, equivalentes al 12 % de las emisiones actuales del país.

“Garantizar el confort térmico en edificios de forma eficiente y sin comprometer el consumo energético, se convierte en un factor determinante para incrementar el atractivo, la ocupación y el retorno de inversión en inmuebles comerciales”, afirma Gerardo Sánchez, director de Servicios en Trane México.

La nueva lógica del mercado inmobiliario

La transición hacia un enfoque centrado en el bienestar térmico no es solo una tendencia estética o tecnológica; responde a criterios cada vez más exigentes de ocupación. Cada vez más empresas consideran variables como la temperatura interior, la humedad relativa y la ventilación en sus análisis comparativos al momento de elegir una propiedad.

Esto ha llevado a los desarrolladores a incorporar soluciones desde etapas tempranas de diseño y reconversión de espacios, por ejemplo:

Sistemas HVAC inteligentes, capaces de ajustar temperatura, humedad y ventilación de forma automática, según las condiciones del entorno y la ocupación del espacio.

Tecnologías de monitoreo en tiempo real, que permiten supervisar el desempeño térmico del edificio y detectar desviaciones antes de que afecten la operación o el confort.

Integración de ventilación controlada con aire exterior, que mejora la calidad del aire interior y reduce la concentración de contaminantes en espacios cerrados.

Automatización energética, que optimiza el uso de equipos de climatización en función de horarios, zonas activas y patrones de uso, reduciendo el consumo sin comprometer el confort.

Diseño de sistemas por zonas (zonificación térmica), que permite administrar el clima interior de manera diferenciada, según las necesidades específicas de cada área del inmueble.

Sistemas escalables y adaptativos, que facilitan la reconversión de espacios sin requerir una reconfiguración completa de la infraestructura térmica.

¿Cómo garantizar el confort térmico en edificios?

La valorización de un edificio ya no se limita a metros cuadrados o ubicación. Cada vez más, el bienestar térmico se mide con indicadores concretos que los inversionistas, gestores y arrendatarios utilizan para evaluar riesgos y oportunidades. Entre los criterios más comunes destacan:

Temperatura estable en todo el inmueble, sin puntos calientes o fríos que afecten la experiencia del usuario.

Bajos niveles de humedad relativa, lo que reduce el riesgo de condensación, moho y deterioro de equipos o mercancías.

Ventilación controlada con aire exterior, que favorece la salud y disminuye la concentración de contaminantes interiores.

Monitoreo y ajuste continuo, a través de sistemas que permiten supervisar el desempeño térmico en tiempo real.

Alineación con metas de eficiencia energética, lo que permite reducir costos operativos y emisiones de carbono.

Una ventaja competitiva real

El confort térmico en edificios, más que un atributo técnico, se ha vuelto una ventaja competitiva en el sector inmobiliario. En un entorno post-pandemia, donde la salud y la resiliencia de los espacios son prioridad, los edificios que integran condiciones óptimas de temperatura, ventilación y eficiencia tienen mayores posibilidades de atraer y retener inquilinos.

En ciudades como Monterrey, Guadalajara o Ciudad de México, donde los extremos climáticos son cada vez más frecuentes, los propietarios de inmuebles que apuestan por el bienestar en temperatura están un paso adelante. Este elemento, antes invisible, ahora influye en contratos, negociaciones y rentas por metro cuadrado.

“Vemos un cambio claro: ya no se pregunta si el edificio tiene aire acondicionado, sino cómo se gestiona el clima interior, qué tan eficiente es y qué impacto tiene en la experiencia del usuario final”, concluye Gerardo Sánchez, director de Servicios en Trane México.

Fotografía: Cortesía de Trane Technologies



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